Podría tomar mi revolver
y salir a cambiar el mundo.
Estas manos podrían levantar
la guillotina más grande
de todos los tiempos
o hacer nudos que se ajusten
con delicadeza al cuello
de cualquier pecado.
Podría prenderle fuego
a los barrios ricos
y volar el Parlamento
en mil pedazos
para que tú y los otros niños
puedan jugar a amontonar
ruinas y construir finalmente
una civilización justa.
Podría formar a toda nuestra generación
frente al muro de lo que sea que llamemos
verdad
y terminar con el inútil desfile de
ideologías.
No, no creas que exagero;
esta oscuridad, esta desesperación
de la que tanto te he hablado
bastaría para corregir la historia
o destrozarla de una vez por todas.
Y sin embargo estoy aquí,
sentado con una pluma en la mano,
y si fuera tú me sentiría
agradecido por ello.
Fernando Narváez
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