lunes, 17 de septiembre de 2012

Dime


Dime

pinche carcelero

entre tus llaves

¿hay alguna para abrir flores?

¿crees que si no se te acerca

ningún  pájaro

todos están enjaulados?

¿o que cerrando los ojos

y las puertas

cierras el venero de las primaveras?

¡Pobres mañanas!,

¡qué grises serían

si fueras tú el encargado de abrirlas!

He agotado ya

los trámites para un amanecer:

he ido desde el puño crispado

hasta la mirada oblicua

y sólo he estrujado el aire

de tu minuciosa y ridícula malignidad

pero,

¿sabes qué significan

esas virutas de sol

sobre este follaje de sombras?

No encabronan

tu mirada aceitosa

ni tu andar domesticado.

Lo que encabrona

es que un barrote como tú

pueda andar por ahí

esparciendo miradas

como si de veras comprendiera

la alegría de los pendientes

y la reverencia de los árboles.

Pero a ti

a los de tu estirpe

a los de la hermandad del flato

sólo les queda el placer

del acoplamiento de metales

el regocijo enfermo

de acariciar orificios de candados

y ondularse maricones

con el penetrar morboso

de las llaves.

 

Agustín Hernández R.