Me gusta octubre; es el mes del
año que más me gusta. El aire es tan transparente que la ciudad se
arrellana como en una cuna de montañas, las calles desembocan en los
volcanes morados, azul oscuro, afelpado de pronto —como si pudiera yo
extender la mano, tocarlos y mi mano se hundiera en lomos
aborregados, tibios, calientes bajo el sol de octubre; un sol
que todavía calienta. .. Desde aquí no se ve nada, sólo barrotes
verdes con las púas que regresan hacia nosotros, sólo la lámina verde de
las celdas cerradas. Pero huele a octubre, sabe a
octubre —ahora en 1969—, y trato de pensar que este octubre nuevo se llevó al
de 68, antes de que todos muriéramos —porque nosotros también
morimos un poco— en la Plaza de las Tres Culturas.
• Ernesto Olvera, profesor de
Matemáticas de la Preparatoria 1 de la UNAM
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